Una vida entre sulkys, pizarras y recuerdos: el testimonio de Clide Scarafía en el marco de los 125 años de la Escuela N° 375

En el camino hacia los 125 años de la Escuela N° 375 “Justo José de Urquiza” de Ataliva, los recuerdos comienzan a aflorar con fuerza. Y entre tantos nombres y anécdotas que tejieron la historia de esta querida institución, hay voces que emocionan por su vínculo profundo y entrañable con la escuela. Una de ellas es la de Clide Scarafía, ex alumna y ex docente del establecimiento, quien fue entrevistada por integrantes de la comisión organizadora de los festejos.

Clide es parte viva de la historia de Ataliva y de la escuela. Con una memoria precisa y un tono cálido, compartió cómo era asistir a clases en los años ‘40. “Vivía en el campo, a 3 kilómetros del pueblo. Venía todos los días a la escuela en sulky. Me había aprendido a manejarlo para poder venir”, recordó, remontándose al año 1941, cuando comenzó a cursar en la institución.

Asistía a clases de lunes a sábado, algo habitual en aquella época. Finalizó su carrera docente en 1951 y, con apenas 17 años, comenzó a trabajar como maestra en la misma escuela. “Cumplí los 18 en ese mismo año. Enseguida empecé a trabajar porque había una vacante”, relató con orgullo.

Las imágenes que evocó Clide son de otro tiempo, pero su relato permitió traerlas al presente. Desde el frío que se colaba por la galería, el sueño de una directora por cerrar ese espacio, hasta la llegada del SUM como uno de los primeros grandes logros edilicios de la escuela. “Las maestras eran todas de Rafaela. Venían en ómnibus y, cuando llovía, en tren. Desde la estación llegaban con la jardinera, el fletero del correo”, rememoró.

Con emoción, también destacó cómo fue creciendo la matrícula escolar con el correr de los años. “Antes veníamos en dos turnos, éramos muchos menos. Ahora hay más de trescientos chicos. Es impresionante”, dijo, y agregó: “Estoy feliz porque aquí concurrieron todos mis familiares, mi hija, mis nietos y bisnietos. Felicito a la escuela por su aniversario”.

La voz de Clide es un puente entre generaciones, una memoria viva que permite mirar hacia atrás con gratitud y hacia adelante con esperanza. Su historia es también la historia de cientos de hombres y mujeres que pasaron por las aulas de esta institución y que hoy celebran, con orgullo, el 125° aniversario de una escuela que sigue latiendo en el corazón del pueblo.